[PA Lista - "Virtudes"]Conocienco a mi molestia (Darian)

Tabla: Virtudes
1.- Amistad
2.- Amor
3.- Decepción
4.- Miedo
5.- Honor
6.- Solidaridad
7.- Emoción
8.- Orgullo
9.- Juicio
10.- Ego

Viajé a un lugar con un muy raro nombre creo que estoy en Escocia. Daba igual, tenía que salir de ese asqueroso lugar que se llama entre las familiar un “hogar funcional” Desde hace ya mucho tiempo entendía que tal cosa no era lo que yo tenía. Daba igual. Tenía a mi fiel amigo Borat que procuraba, amaba y cuidaba más que a otro ser sobre la tierra. Me acompañaba a todas partes como eso, compañero. En algunos lugares me hacía pasar por invidente para que lo dejaran acompañarme. Era gracioso ver como un perro también podía dar la idea de lazarillo a los demás.

En el centro de esa ciudad de nombre peculiar caminaba tranquilo con mi mochila atada a una maleta negra de viaje. Borat estaba a mi lado izquierdo cuando choqué con una niña. Calló al suelo y se levantó de golpe. Era mucho más alto que ella y su reclamo me fue indiferente. Tomé mis gafas de sol y las subí a mi cabeza. Borat le gruñó a esa niña pequeña y de inmediato lo calmé. El pero chilló por un momento, se quedó callado pero su pelaje era erizado. -Eres tan pequeña que no te vi.- Estallé en una carcajada haciéndola de lado pasando junto con mi perro. Giré la cabeza para mirarla sobre el hombre. -Niña, ¿vives aquí? ¿Sabes dónde puedo quedarme? Estoy de viaje.-  No le di tiempo de responder. Es una niña no creo que sepa nada de eso. -Eres una mocosa, no creo que sepas. ¿Vas de cacería? ¿No sabes lo que es un rifle? ¿Puedes cargarlo sin problemas? No creo. Eres solo una niñita.- Me reí de nuevo y avancé a grandes zancadas.

Me llamó gigantón. Soy mucho más alto que ella y no es algo que me molesta y menos el que me llame pretencioso. Un perro con ojos a distono es pretencioso y un capricho que dejaba en evidencia lo que le quería mostrar al mundo sin revelar los secretos de la familia. Un juego para un muchachito que tiene comiendo de la palma de su mano a su propio padre sin que su madre se entere siquiera porque jamás se encuentra en casa. –Bah, no importa mucho lo que una lugareña pueda decirme. No pareces muy civili…- Me quedé callado al escuchar su respuesta acerca de la humilde posada en la cual me alojaría. Siendo un poblado tan remoto no creo que encuentre otro sitio a menos que tome un tren, una chimenea, un avión o algo así. Se dio vuelta y la dejé, tampoco había sido muy amable y, en cualquier parte del mundo, si tratas mal a alguien te tratará de la misma manera. ¿Inicio ella o yo? Daba igual.

Avancé apenas un par de pasos cuando se giró. Su voz aguda y algo chillona me llevó a verle una vez más. Sus pecas y su cabello rojizo. Era un rostro muy difícil de olvidar. -¿Harías eso?- Estaba atónito y atarantado, era inusual su amabilidad. Ni pienses Darian, solo es amable con un turista muy desorientado. -Es un gesto respetable de tu parte.- Había sido amable, lo menos que podía hacer era responderle del mismo modo a pesar de tener que soportar su vocecilla en lo que llegábamos.. -Si no le deja quedarse supongo que tendré que dormir en oro lado. Borat es mi amigo y siempre lo ha sido. Me aterra dejarlo solo. Es un miedo propio, se puede decir.- Acariciaba la cabeza del perro mientras aún le mostraba los colmillos a la niñita frente a mí. –Es solo una niñita Borat, no es como que pueda hacernos algo. Aparte, recuerda que soy un gigantón.- Miré a la niña con un gesto de simpatía para comenzar a caminar por el sendero. –Oye niña… ¿Dónde estamos?- Estaba más que perdido en el mundo con una niña pecosa armada y mi perro.

Me quedé mirando a la pequeña frente a mi. Su cabello rizado le cubría parte de la frente. Era necesario apartarlo, pero no me correspondía. La libertad de desvelar sus verdes ojos. Era mirarme reflejado en ella. -Gracias.- Era un malnacido en cuna dorada y no me molestaba aparentar ni regodearme en ello, pero no era un bruto maleducado. Mi padre lo era y yo no pienso rebajarme a ese asqueroso nivel. Menos porque es una mocosa. Una cría de 12 o 13. Muy pequeña para que me pase ser imprudente con ella por la cabeza.

Me animó asegurándome sutilmente que la dueña de la posada me dejaría quedarme con todo y perro. Parloteaba sobre dejar a Borat en su casa con el permiso de su padre y que si no quería dejarle solo dormiría fuera. -Eso no me detiene. Ya hemos dormido en aceras por no dejarlo solo.- Me acerqué para susurrar en su oído, tenía un olor singular. -Él es el que no quiere dejarme solo.- Bromeaba. Sabía que Borat no me cambiaría por un filete como muchos otros perros, pero igual conocía el hecho de que se cuidarme solo aunque prefiero estar con él. El pero nos seguía unos cuantos pasos atrás. Era consiente de que su pelaje crespo era quizá una mala señal. Daba igual. A veces hasta los animales pierden el sentido. Es apenas una niña y él mostrando los colmillos.

Ahora ella bromea conmigo. Suspiré. –No sé dónde estoy, tomé el primer avión que salía del aeropuerto y terminé aquí.- Era cierto y quizá tonto para ella porque no parece que viaje demasiado y ni mencionar que podía llegar en una chimenea. Quizá me queman vivo en leña verde por brujería. Reí para mi mismo. –Entendido, no niña, Merida. Mi nombre es Darian MacArtuir. Escocia. En Kimmiblilies o algo así.- Tenía toda la pinta de turista. -Ya me ayudarás a pronunciarlo bien.- Le guiñé un ojo con una sonrisa.

Seguimos en sendero hasta la posada, le indiqué a Borat que esperara afuera y, como de costumbre, se pegó al muro y se sentó. -Adelante.- Tome la puerta de madera y la abrí. Era pesada y robusta. No entendía el nombre. Crucé mi mirada con Merida cuestionando apenas el nombre. La seguí en la penumbra. Parecía un típico hostal rústico, con candelabros a velas y quinqués. El suelo rechinaba a cada paso. Me acerqué a Merida sin saber si la encargada hablaría mi misma lengua. Tenía mucha suerte de encontrar a alguien que me entendiera y, en segunda, que fuese tan solidaria a pesar de tratarla como lo hice. Me recargué en el mostrador, los codos sobre este y mi cara sobre mi mano mientras con la otra jugaba con la campanilla de servicio.

Parece que estoy muy cerca de la cría porque se aleja de tensó. No me importo, me gustaba su cabello y su olor comenzaba a invadir mi cuerpo entero. Era atractiva, pero por el momento era solo el turista xtraño que estaba perdido con un perro que al parecer parecía querer devorarla de un solo bocado. Ese Borat es más extraño de lo que parece, aparte de maleducado. -Es agradable, si.- Después no le respondí nada. Viajar me encantaba pero no podía decirle nada sobre el mundo mágico y como era que me movía por chimeneas co polvos o que viajaba sobre una escoba, me tomaría por loco. -Kin My Lies. Entendido.-

Mis ojos se acostumbraban a la penumbra de la posada. Merida habló con la encargada después de propinarme un buen golpe para que dejara de jugar con la campanilla de servicio. Le sonreí a la encargada con carisma cuando me dio la llave. Salimos y acaricié la cabeza de Borat. –Puedo dormir donde sea, el sotano hubiera estado bien.- Sentía un vacío, no poder mencionar la magia me estaba matando, quería preguntarle tantas cosas pero no tenía ni idea de que pasaría si se me ocurría abrir mi bocaza. La ignoraba. Era pensar en que era hermosa y que no podía ni debía decir mucho. –Dejaré de lado mi orgullo. Gracias. Si necesito ayuda pido que me lleven con Merida.- Tomé mis cosas y le indique al perro que me siguiera.

- Clydesdale Loch Ness Inn. ¿Crees poder guiarme?- El lugar era pequeño, no me perdería, pero no quería que se fuera. Me agradaba la chica pelirroja, que pena que no sea parte de mi mundo en su totalidad.

La ignoré, ¿Por qué me fijo en gente de su clase? Muggles, aburridos, monótonos y muy cerrados de mente. -¿Harás de mi botones?- Bromeaba con ella en o que entrábamos. Borat de inmediato se acomodó en la alfombra. -Siempre hace eso, no le gusta mucho ir en avión, creo que lo marea un poco.- El perro me miró algo abrumado, como si me amedrentara, solo quería descansar un poco pero no es que se sintiera mal, cuando era así, corría a la cama y me pedía afecto lanzando su cabeza contra mi mano.

Metí mis cosas a la habitación y las dejé sobre un mueble de madera opaca y robusta, ayudé con la pequeña a Merida y la dejé ahí. Examiné la habitación, era muy acogedora. Comencé a sacar mis pertenencias y a guardarlas en los cajones del enorme ropero de madera. Cuando solo faltaba la maleta más pequeña, en un descuido, cayó al suelo. Todo se tiró por el suelo, mis llaves, un pequeño saco de cuero del que salieron unos cuantos galeones y mi varita. Me quedé perplejo. Pensé apenas un segundo. –Suvenires, eso me pasa por traer tantos pero me ayuda con mi nivel de ego.- Recogí todo, parecía asombrada por ver que cargaba con una varita. Lo guardé todo en un cajón, no la miré y me tumbe en el mullido colchón.

-¿Acompañarte de caza? No soy tan salvaje.- De todos modos me paré para acompañarla, Borat me miró como si no quisiese moverse. -Vamos, acompañaremos a la niña.- Se paró con un gruñido y nos acompañó a la puerta, guardé la llave de mi habitación en mi bolsillo trasero y salimos.