Prologo: Danza de Colmillos y Guadañas

Durante las primeras horas de la madrugada de ese otoño, en una base militar abandonada de la antigua Alemania Nazi el aparentemente joven soldado limpiaba un gastado par de botas, en perfecto estado, considerando el uso que se les había dado en esos casi 40 años, el joven oficial de celestes ojos azules, tan gélidos como su carácter mismo, cabello rubio platinado, perfectamente recortado en un casquete militar y oculto bajo una boina en la cual aún era visible la Esvástica se irguió al terminar su rutinaria labor, su silueta vista contra la luz de la luna menguante imponía un aire de misterio y frialdad.

Lenta y elegantemente se dirigió hacia el viejo depósito de municiones del complejo, antaño habría estado repleto de personal, oficiales y soldados de todos os rangos del ejército Alemán se reunían en ese lugar todas las tardes para charlar, jugar a las cartas, beber un buen trago, apostar y preparase, sin embargo ahora estaba desierto, ignorado con las excepciones en las que el Cainita y de una ocasional rata que merodeara por el suelo repleto de polvo, esta noche sin embargo, Yohan tenia otros planes.

Con pasos vacilantes, el Brujah se acercó hacia la caja de madera podrida que el tiempo había consumido, recorriendo con la mirada cada milímetro de la habitación, bebiendo las emociones que ese lugar le había dejado a lo largo de su existencia tanto mortal como sobrenatural, esta podría ser la última noche que pasase ahí, podía ser su última noche de existencia y él lo sabía, era muy común despertar cada cierto tiempo y enterarte de que algunos otros cainitas con los que convivía frecuentemente habían desaparecido... en el mejor de los casos, la mayoría sin previo aviso, esta noche sin embargo era especial, el desafío había sido lanzado públicamente, específicamente hacia su persona, no podía negarse.

Cuando su mente por fin estuvo lo suficientemente relajada se acercó a la caja destrozada que tenía delante, retiró los tablones podridos sin dificultad alguna y bajo la parpadeante luz de una bombilla de 60 Wats comenzó a rebuscar en el contenido, empuñó su Luger, no sin antes asegurarse de que esta funcionase adecuadamente, cargó el arma con sus reglamentarios 8 cartuchos y la enfundó en la cargadera de su costado, tras rebuscar un poco más encontró una MP34 Steir y tras repetir el mismo procedimiento que con la Luger, se la hechó al hombro.

Al salir del desordenado cuarto y tras sacudir las motas de polvo de su uniforme, se dirigió hacia las barracas por un camino tan familiar como melancólico, caminar por el destrozado y medio derrumbado pasillo que conectaba ambas secciones de la base solo lo hacia sentir más fuera de lugar en este tiempo que hace mucho dejó de ser suyo y que sin embargo lo hacía sentirse aún más orgulloso de su pasado, al entrar por el marco de la destartalada puerta se dirigió directamente hacia la penúltima de las literas del lado izquierdo, se inclino sobre el roído colchón y buscó debajo del soporte metálico oxidado de la litera. Una macabra sonrisa se dibujó en su rostro cuando de debajo de la cama salió un robusto baúl de hierro con el símbolo de la Esvástica aún visible en la cerradura, el Teniente buscó en su uniforme y encontró una llave metálica, bien conservada a diferencia de la cerradura, la introdujo y sonrió más abiertamente al comprobar que, efectivamente el mecanismo se deslizaba delicadamente con un "clik" indicando que el contenido del cofre podía ser revelado.

Lentamente levantó la tapa y contempló el contenido, una guadaña de batalla finamente fabricada con los huesos de su propio sire se acoplaba perfectamente al estuche dentro del baúl, Yohan había jurado para si mismo cuando la recibió que la empuñaría hasta su último día, esta noche podría cumplirse eso. Lentamente se levantó y recorrió una a una todas las literas, nombrando a todos y cada uno de sus anteriores ocupantes, todos ellos habían caído en batalla, cubiertos de gloria y balas, como él debió haberlo hecho, ahora vivía una existencia sin propósito alguno, cuando terminó de recorrer la habitación y después de ordenarla lo mejor que pudo permitirse pues casi se cumplía la hora para el encuentro, esta noche, "El Segador de las Trincheras" se levantaría de nuevo para reunirse con sus compañeros.

Cuando salió del complejo abandonado se tomó unos segundos para contemplar la vista de la lejana ciudad que se erguía a lo lejos, pese haber perdido la segunda guerra Alemania permanecía como una potencia estable y lejos de la dirijencia de su demente general ahora florecía una nueva imagen de Alemania ante el resto del mundo, no es que le molestara, pero toda una vida lo habían adoctrinado diferente. Tras terminar de observar la ciudad el Brujah se dirigió hacia el punto de encuentro, un viejo campo de concentración igualmente abandonado en cuyo patio esperaba ya una silueta encapuchada, bajo la luz de la luna imponía quizás tanto como la de él mismo, sin embargo, cuando levantó la cabeza en su dirección y ambas miradas se encontraron, los ojos verdes y profundos que lo sondearon dejaron su alma tan gélida como sus propios ojos del color de los glaciares, esta sería sin duda, la batalla más dura de toda su existencia, mientras las miradas de ambos, zafiros y esmeraldas se transformaban en rubíes de sangre...

El combate comenzó, ambos oponentes se estudiaban mutuamente, mientras la figura encapuchada, varios centímetros más pequeña que el teniente, le rodeaba de una manera sigilosa, observando a su oponente, juzgándolo y evaluando cada dato obtenido, estatura, velocidad, alcance... todo aquello pe podría resultar una ventaja o una desventaja si la pelea llegase a prolongarse más de lo que ella pronosticaba.

La joven Neonata, fría y calculadora había obtenido ya una serie de victorias en todo su viaje por Europa desde las frías montañas y valles de su natal Escocia, ahora había llegado a Alemania, buscando probarse a si misma y de ser posible, buscando compañeros de viaje, ella sabía que el enemigo de ahora podía ser un posible aliado en el futuro y viceversa, ella sabía que en la actualidad, los de su especie se escondían. En el siglo 20 el mundo no sabe de la existencia de los vampiros, pero esto no siempre fue así, en la antigüedad y en la edad media los vampiros eran los amos y señores de imperios y naciones tanto de noche como de día a través de sus siervos y esclavos.. Sin embargo todo esto cambio a finales de la edad media cuando grupos de vampiros jóvenes se revelaron contra sus ancianos y comenzaron una gran guerra que se conoció como la Revuelta Anarquista.

Como resultado de la Revuelta anarquista, se produjeron numerosos excesos que llamaron la atención de la Iglesia y provocaron la creación de la Inquisición, esto supuso una era de terror para los vampiros que poco a poco eran exterminados, los mayores dejaban expuestos a sus chiquillos para cubrirse las espaldas mientras huían lo que daba lugar a mas jóvenes disgustados que se unían al bando anarquista... Al final de 2 o 3 siglos de guerra, se llegó a un acuerdo con los anarquistas y se fundó la Camarilla, una organización a nivel mundial de vampiros que se encargaría de hacer desaparecer de la mente e historia de los humanos a la sociedad vampírica para que cosas como la Inquisición no volviesen a ocurrir... a esta política se la denominó La Mascarada y es la razón por la cual en la actualidad nadie cree en los vampiros.

Ella sin embargo no estaba segura de que realmente fuese tan sencillo, simplemente ahora mismo ella miraba la decadencia de este horrible mundo, tanto la Camarilla como su contraparte, el Sabbat quienes estaban constantemente inmersos en una guerra la cual aunque sutil, siempre terminaba en una completa pérdida de tiempo, y aunque eran teóricamente inmortales, más de una vez había visto a uno de los suyos hacerse cenizas frente a ella, varios de ellos por su propia mano.

Esta vez, podría tal vez añadir uno más a la cuenta o tal vez podría simplemente convertirse en cenizas esparcidas a los cuatro vientos, cuando ambos terminaron de evaluarse mutuamente, la joven Cainita sacó su más mortal arma, unas garras de 15 centímetros de color grisaseo, sumamente duras, Catherin sabía que el daño producido por esas garras en la carne de un vampiro podía ser sumamente terrible, sabía que su fuerza sería suficiente para romper sin demasiados problemas la guadaña de su oponente, ella sabía que ganaría el encuentro, y sin embargo, se llevó una sorpresa cuando sus garras fueron repelidas por el canto del arma de hueso de su contrincante sin siquiera salir arañado el material, ella sonrió, por fin podía ponerse seria.

Es bueno